martes, 20 de noviembre de 2007

Pérez Puente, Leticia. “Dos proyectos postergados. El tercer concilio provincial mexicano y la secularización parroquial”

Bernardo Altamirano Torrez
Historia Social I
Universidad Iberoamericana
Doctora Cristina Torales
Noviembre 2007
Pérez Puente, Leticia. “Dos proyectos postergados. El tercer concilio provincial mexicano y la secularización parroquial” en Estudios de Historia Novohispana, México, vol. 35, julio-diciembre 2006. pp. 17-45.
Sobre el autor
La autora Leticia Pérez Puente es investigadora titular “B”, es Doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ella ha publicado obras entre las cuales se destaca: La Catedral metropolitana de la Ciudad de México (1663-1680).
Principales tesis
La autora trata sobre las circunstancias políticas que hubo en ese entonces para la publicación de las actas referentes al tercer concilio mexicano.
Este concilio tuvo como finalidad el que las observaciones y decisiones que en el se tomaran se llevaran acabo en todo el Virreinato de la Nueva España.
Pérez da cuenta de cómo por medio de este concilio se pretendió secularizar las parroquias que ya habían, es decir que los religiosos las dejaran de administrar y que pasarán a manos del clero secular (el que sólo depende del obispo mas no de un superior religioso como en el caso de las órdenes religiosas).
La autora afirma que uno de los problemas a los cuales se enfrentó este concilio tuvo que ver con el Real Patronato, es decir que a pesar de que se quisieran seguir las normas dictadas por el concilio de Trento tenían que acatar las disposiciones que estableciera La Corona por medio del Real Patronato.
Fuentes consultadas
El Archivo General de Indias.
Los documentos conciliares de Trento.
Obras de la misma autora como “La Catedral Mexicana…” y “Los concilios provinciales mexicanos”
Comentarios
Los problemas que tuvieron los religiosos al venir a las tierras de la Nueva España fue el que tenían que conocer la forma de ser de la población, el aprender el dialecto de la región y tratar de inculturizar el evangelio a esas personas para que pudieran reconocer el valor de la religión cristiana en ese entonces.
Una vez que la acción de los religiosos se pudo haber regularizado y la Iglesia local hubo tenido su cuerpo definido como obispos, clero secular, los cabildos catedralicios se tuvo la necesidad la necesidad de organizar esta Iglesia nueva por medio de disposiciones claras y precisas. Por ello se tuvo la necesidad de convocar a un concilio para definir bien los planes pastorales y las acciones que de inmediato se iban a poner en práctica.
Pero lo que sale a relucir son las diferencias que se tienen entre el clero secular y las órdenes religiosas, pues la Iglesia de ser misionera pasa a ser una Iglesia de culto que sólo le preocupa la liturgia y los diezmos. Y a ello hay que decir que la Iglesia no tenía una autonomía como la de ahora pues tenía que acatar las disposiciones del Real Patronato que era una dependencia de la Corona.

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